Una de las mayores pesadillas de un portavoz es encontrarse con una pregunta ante la que no sea capaz de reaccionar y responder adecuadamente: una pregunta “difícil” puede comprometer o estropear una entrevista, rueda de prensa o unas declaraciones que hasta ese momento estaban “bajo control”.
El portavoz de una clínica, laboratorio, hospital, asociación o cualquier otra organización médica, consciente de la responsabilidad que conlleva su función, puede llegar a “agarrotarse” ante una pregunta inesperada o con dobles intenciones emitida por ese periodista que tanto teme.
Ante ello, hay una serie de acciones que se deben evitar por erróneas y porque pueden afectar a la fluidez de la comunicación que está estableciendo el portavoz e incluso “arruinar” los mensajes transmitidos hasta el momento:
– Aunque la pregunta haya sido contestada, no hay que poner de manifiesto que ha sido así ni recriminárselo al periodista: no hay cosa que más odie un periodista que un entrevistado “intente enseñarle cómo hacer su trabajo”;
– No hay que interrumpir al interlocutor ni tratar de responder atropelladamente para “quitarnos la pregunta de enmedio” sin haber pensado bien la respuesta: una pregunta difícil mal respondida puede convertirse en un titular horrible para nuestros intereses;
– No hay que responder a la pregunta con otra pregunta: el periodista no se dará por satisfecho y contraatacará con más ímpetu si cabe;
– No hay que desviar la pregunta de forma inesperada a otra persona para que responda: esto diría poco de la solvencia y preparación del portavoz.
En el próximo post abordaremos lo que sí hay que hacer para salir airoso de una pregunta comprometida : aplicar técnicas de comunicación no verbal, qué decir y cómo reaccionar ante la misma.